
Cuando la droga "mata" a toda la familia
Por Valeria Chavez Infobae.com
"Un adicto es producto del grupo familiar que integra". Esa fue la definición de una especialista consultada por Infobae.com. Dijo que los padres no deben "ser ciegos ni sordos". Encuesta Infobae.com
Tal como lo define la Real Academia Española, adicción es el hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos.
Para la licenciada Stella Maris Rivadero, especialista en el tema, "cuando hay un adicto, es producto de la familia".
La psicoanalista, coordinadora docente y supervisora del Equipo de Pareja y Familia del Centro Dos, destacó que muchas veces, detrás de una relación "ideal" en la que parece "no faltar nada", quizá se esconde un padre ausente, que no cumplió su "función de prohibición, en relación con que todo no se puede".
Así es que para ella, adicción es "dificultad del vínculo con los otros, pero también falta de ley de los padres". Y destacó que pese a que éstos den a los hijos "todo" lo que económicamente esté a su alcance, "si fallan en la educación de que algo hay que perderse para ganar otra cosa, habrá necesidades que nunca logren satisfacer".
"Adicción es satisfacción inmediata", explicó Rivadero, y remarcó que quien consume drogas "cree que lo que consume lo deja pleno, gozando de todo".
Es por eso que la profesional insistió en la necesidad de "rastrear qué pasa con la transmisión de la legalidad" en esa familia e hizo hincapié en que hablar de límites no implica fomentar relaciones menos afectuosas: "El amor también implica esa ley".
"Si el límite no se instaura desde la infancia, si el niño no conoce que existe la posibilidad de desear alguna cosa, quedará inmerso en el mundo del consumo", explicó la psicoanalista, quien aclaró que "si bien la droga tiene un efecto químico, hay otras cosas adictivas sin ese efecto".
Y agregó: "El sujeto desea porque algo está prohibido. Cuando no hay límites tampoco se le dan herramientas para desear".
Rivadero remarcó que "los padres suelen no reconocer la responsabilidad en la educación de ese hijo enfermo y el adicto aparece como el segregado, queda al borde de la expulsión".
Así como existen padres que se desentienden, otros "se ocupan e intentan reparar lo que no estuvo bien hecho o dicho y acompañan al hijo en el proceso de recuperación".
"Ven que hay algo de ellos en la enfermedad", sentenció la profesional, quien no dudó en responder con un categórico "sí" ante la pregunta de si el tratamiento debe integrar a la familia y destacó que "es fundamental la cooperación".
Pese a las diferentes situaciones personales, la psicoanalista consideró que "el ser humano siempre buscó en los químicos la evasión de la realidad". Y ante la afirmación de que la vida implica conflictos, frustraciones aseguró: "El único modo de vivir es vivir y la adicción aleja al sujeto de la posibilidad de amar y desear".
Y se permitió dar un consejo para los padres que tengan la mínima sospecha de que su hijo está en "peligro": "Hay un punto en el que no se puede volver porque el tóxico daña el sistema nervioso, por lo que lo mejor es no ser ciegos ni sordos".
"Hay muchos padres que miran para otro lado", aseguró.
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