
Se estrenó “Manifiesto vs. Manifiesto", dirigida por Marcelo Mangone
La obra de Susana Torres Molina, basada en el texto apócrifo del artista automutilado Rudolf S, tiene una base verbal que ahonda en lo universal de la creación y el sufrimiento. Debutó anoche en la Sala Beckett, con la actuación de Patricio Abadi, y Federico Pavlovsky, entre otros.,
Marcelo Mangone es codirector de "Manifiesto vs. Manifiesto", de Susana Torres Molina, especulación sobre el arte y el cuerpo basado en el texto apócrifo del artista automutilado Rudolf S., estrenada anoche en la Sala Beckett, Guardia Vieja 3556.
Con actuaciones de Patricio Abadi, Eduardo Misch y Federico Pavlovsky -psiquiatra debutante en las tablas e hijo de Tato Pavlovsky y Susana Torres Molina- la obra tiene una base verbal que ahonda en lo universal de la creación y el sufrimiento.
"Mi conocimiento de Susana Torres Molina deriva de la enorme admiración que siento por ella y por su obra -dijo Mangone en charla con Télam-, la conocí en Proyecto Puente, organizado entre escritores y dramaturgos, y antes leía todas sus obras."
La pieza surgió del descubrimiento de Torres Molina de una serie de fotos en la revista La Maga donde Rudolf Sarcogler, un ’accionista’ vienés, registra el cercenamiento de su propio pene; eso le impactó y la llevó a escribir un "manifiesto".
En ese texto la autora se preguntaba "cuál es el límite entre el arte y la locura", y Mangone lo definió como "muy poético y muy crítico; su hijo Federico lo leyó y en una charla familiar decidieron hacer una charla-debate en el Hospital Alvarez".
El material comenzó a tomar forma y ganó el Premio Faena de las Artes "y ahí Susana me convoca a codirigir con ella y elaboramos un plan de indagación a partir de los cuerpos y después de un trabajo de un año hemos llegado al estreno".
El título deviene del manifiesto de Rudolf S. y el apócrifo que Torres Molina escribió sobre el cuestionamiento del cuerpo como territorio del arte, y por otro lado actores que manifiestan, con el cuerpo como elemento cotidiano.
"El tema es el cuerpo y todo lo que lo atraviesa como elemento expresivo y la obra fue escribiéndose a medida que avanzaban los ensayos: creo que se terminó de redactar como pieza dramatúrgica hace 15 días", precisó Mangone.
Según él, "fue un trabajo grupal que hizo que se pudiera estrenar, aparte de que estamos con mucha alegría porque estamos muy unidos. Susana trabajaba los textos y yo, sobre todo al principio, trabajé en el entrenamiento de los actores".
"La parte de puesta en escena convencional fue trabajada en conjunto y logramos una buena sinergia con Susana porque nos escuchamos bien y con el equipo que formamos pudimos llegar a buen puerto, que para nosotros fue el estreno", agregó el codirector.
Consultado sobre la cristalización del texto, Mangone apuntó que "las últimas modificaciones fueron más que nada de nexo entre momento y momento, así que creo que el espectáculo tiene una carnadura propia que está muy metida en los actores".
"De todos modos es un espectáculo vivo y puede sufrir alguna modificación -añadió-; lo que sí cada parte está obsesivamente revisada, y lo que en apariencia parecen diálogos livianos está premeditadamente buscado y hay que ver el efecto que produce."
Sobre su relación con Torres Molina, señaló que primeramente "me propuse escucharla con mucha atención, porque quería saber por dónde salía; hubo momentos de mucha ceguera, de caos total y cuando empecé a escucharla me di cuenta de que ella me escuchaba a mí también".
"Ahí hubo una empatía, nos emparejamos y yo pude bajar el temor que tenía inicialmente de trabajar con ’la Torres’ (Molina), porque no es que ella ejerza una autoridad formal, sino de admiración en el imaginario. ¿Quién de nosotros no se formó haciendo ejercicios con su obra ’Extraño juguete’?".
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